La cocina cubana se ha ido creando en un crisol donde diferentes culturas se fundieron y entre ellas la africana, la española, la indígena, la china y la francesa.
Algo de historia
A mediados del siglo XVI Diego Velásquez, fray Bartolomé de Las Casas y trescientos hombres lograron su objetivo que era conquistar Cuba y someter a los nativos indígenas.
Para implantar los cultivos de los diferentes rubros que trajeron del Viejo Continente, y asegurar el cuidado del ganado vacuno, las ovejas, las cabras y otros animales de corral provenientes de España, los españoles recurrieron a la trata de esclavos africanos, que trajeron desde África.
Así como tuvo lugar el sincretismo religioso, también se puede hablar de sincretismo gastronómico entre la cocina nativa y la africana. Un ejemplo de ello es el popular platillo conocido como Kalalú, cuyo origen proviene del vocablo africano bantú kakalú, que se refiere a un tipo de hortalizas milenarias de África Occidental.
Una rica sopa
El Kalalú es una sopa elaborada con hojas de malanga, verdolaga, quimbombó y otras verduras, a la que se le puede añadir pescado, cerdo.
Es un platillo que se ofrece a una divinidad africana de la religión Yoruba, Changó, uno de los orishas más popular que trajeron los africanos.
Calalú
El calalú es una deliciosa sopa afrocaribeña con una rica tradición cultural. Originario de África y adoptado en Cuba, combina pescado, quimbombó y sabrosas especias. Su historia y sabor lo convierten en un plato único y lleno de historia.
Para poder venerarlo y evitar las penalidades durante la época de la colonia, lo esclavos africanos lo sincretizaron en la religión católica con Santa Bárbara, que es representada con un castillo y una espada.