
Cuando los isleños canarios emigraron a Cuba, trajeron sus recuerdos y su gastronomía, que trataron de reproducir con lo que pudieron encontrar en la isla. Entre los platillos que se hicieron populares estaba el frangollo, un postre muy antiguo típico de Canarias, cuya elaboración se realizaba en casi todas las casas, pero era diferente en cada familia, a base de leche, limón, azúcar, harina y almendras.
Pero en Cuba se tomó solamente el nombre, haciendo una variante de esa receta. En el oriente cubano hay un platillo de la cocina tradicional que se conoce como frangollo, que fue muy popular en las guerras de independencia y es elaborado con plátano, de ahí el frangollo cubano.
La mayoría de las informaciones sobre el frangollo han sido encontradas en los diarios de campaña de los próceres independentistas. Se narra que en muchas ocasiones salvó vidas de las tropas mambisas, y resultó ser el postre preferido de Antonio Maceo, Lugarteniente General del Ejército Libertador.
Cuentan que José Martí en su diario de campaña hace referencia cuando al desembarcar en la Playita de Cajobabo en abril de 1895, un guajiro le ofreció por desayuno un dulce de plátano maduro y miel, frangollo, acompañado de queso y agua de panela.
Hoy día, se continúa con la tradición en muchos hogares, especialmente en las zonas rurales, donde se puede degustar el frangollo en forma de turrón, envuelto en hojas de plátano que han sido marchitadas a fuego.